Si alguna vez ha cruzado por su menta la idea del divorcio, usted necesita preguntarse seriamente si ése es realmente el remedio para su matrimonio enfermo. Y para esto no debe basarse en las opiniones de unos pocos amigos, en el consejo de algún conocido divorciado, o en las fantasías de lo que su vida podría ser si solamente estuviera libre de la servidumbre que lo tiene encadenado a su infelicidad. La verdad es que el divorcio no es la solución perfecta, ni siquiera para una larga lista de problemas domésticos. Generalmente un dolor agudo acompaña el resquebrajamiento de una relación íntima como lo es el matrimonio, y este se intensifica y complica aun más cuando hay niños involucrados.
¿No es extraño que hemos hecho tantos avances tecnológicos en nuestra sociedad pero todavía no hemos logrado enseñar a las familias a vivir en armonía bajo el mismo techo? Afortunadamente, una vez que las parejas aprenden lo básico en cuanto a las relaciones interpersonales, según se aplican al matrimonio, ¡las relaciones problemáticas se pueden transformar en felices! El divorcio no es necesario en la mayoría de los casos si se comienza un programa de estudio, aplicación y cambio por parte de uno de los cónyuges, o mejor aún, por parte de los dos.
¡Rara vez el divorcio es el remedio para un matrimonio enfermo! El remedio se encuentra en prepararnos antes del matrimonio y durante él, en recibir una orientación creativa y en apoyarnos más en el poder divino para encontrar las soluciones.
@Nancy Van Pelt